Cómo reducir el consumo energético de tu centro de datos: Guía Completa
En este blog descubrirás cómo reducir el consumo energético de tu centro de datos, con un enfoque especial en los servidores. Mantendremos un tono accesible, fácil de leer y con información práctica para que puedas implementar cada consejo de inmediato. Además, encontrarás enlaces externos a páginas consolidadas y un apartado dedicado a Licendi, una empresa que ofrece servidores a precios competitivos y con garantía de activación. ¡Comencemos!
Introducción: la relevancia de la eficiencia energética en centros de datos
La eficiencia energética es un tema prioritario en el mundo de la tecnología y, en particular, en los centros de datos. Cada vez que accedemos a un sitio web, usamos aplicaciones en la nube o almacenamos un archivo en un servicio online, nos apoyamos en una infraestructura que consume grandes cantidades de energía. Según diversos estudios, los data centers pueden llegar a representar cerca del 1% del consumo de electricidad global, cifra que continúa en aumento.
Este alto consumo repercute directamente en los costes operativos de las organizaciones y en su huella de carbono. Por ello, cómo reducir el consumo energético se ha convertido en una prioridad no solo para ahorrar en la factura de la luz, sino también para responder a las exigencias de sostenibilidad y responsabilidad medioambiental. Además, regular el uso de recursos es fundamental para garantizar la longevidad y la estabilidad del centro de datos.
En este contexto, los servidores son piezas clave que, a menudo, representan un porcentaje elevado del consumo total. Un único servidor genera calor, requiere refrigeración y, al estar conectado 24/7, sigue consumiendo incluso cuando no está trabajando al máximo de su capacidad. Sumado a esto, muchos centros de datos cuentan con servidores “inactivos” que continúan encendidos sin ofrecer servicios útiles.
A lo largo de este artículo, exploraremos diversas estrategias y prácticas recomendadas para la optimización energética: desde la eliminación de los llamados zombie servers, la consolidación de cargas a través de la virtualización, el uso de hardware moderno y eficiente, hasta la monitorización continua y la optimización de la refrigeración. Todos estos factores se combinan para dar forma a una infraestructura más rentable, estable y ecológica.
Si deseas profundizar sobre recomendaciones generales para la eficiencia en centros de datos, puedes consultar la web del
Uptime Institute, una organización muy reconocida en el sector que publica guías y estudios prácticos.
¿Por qué los servidores consumen tanta energía?
Los servidores están diseñados para funcionar de manera ininterrumpida, ofreciendo servicios de almacenamiento, cómputo y procesamiento de datos las 24 horas del día. Por ello, cuentan con procesadores potentes, fuentes de alimentación capaces de manejar cargas elevadas y ventiladores o sistemas de refrigeración internos que aseguran su correcto funcionamiento. Todo este conjunto de componentes se traduce en un alto consumo energético permanente.
Además, el diseño tradicional de muchos centros de datos tiende a sobredimensionar la infraestructura. Para prevenir posibles fallos o picos de demanda, se instalan más servidores de los estrictamente necesarios, lo que a la larga deriva en un número significativo de máquinas funcionando a una fracción de su capacidad real. Aunque su carga de trabajo sea baja, cada servidor sigue consumiendo energía de la fuente de alimentación, generando calor y necesitando refrigeración.
Por otro lado, la necesidad de contar con sistemas de respaldo y redundancia también influye. Muchas organizaciones aplican políticas de alta disponibilidad, creando clústeres redundantes en los que servidores adicionales están preparados para asumir la carga en caso de fallo. Si bien esto mejora la resiliencia, puede aumentar el consumo global si no se gestiona de forma eficiente o no se revisa periódicamente la necesidad real de tanta redundancia en cada área.
También entra en juego el factor “inercia tecnológica”. A veces, se siguen encendiendo o adquiriendo nuevos servidores sin optimizar el uso de los existentes o sin jubilarlos cuando ya no cumplen una función real. Las organizaciones pueden ser reacias a cambiar, ya que apagar servidores y migrar servicios implica planificación y potenciales riesgos temporales. Sin embargo, no abordar estos temas implica mantener máquinas viejas consumiendo recursos de manera casi continua.
Por todo esto, es crucial plantearse estrategias sobre cómo reducir el consumo energético enfocándose en la optimización y el uso racional de servidores. En las siguientes secciones, exploraremos las principales medidas que cualquier administrador de TI o empresa puede implementar, logrando recortar de forma notable la factura energética y el impacto medioambiental.
Consecuencias del consumo elevado: costes y sostenibilidad
Un centro de datos con un alto consumo de energía no solo acarrea gastos mensuales enormes, sino que también repercute en la sostenibilidad de la organización. Por un lado, la factura de la luz se dispara, afectando directamente a la rentabilidad del negocio. Y, por otro, cada kilovatio por hora empleado genera una cantidad de emisiones de CO₂, especialmente si la fuente de energía es de origen fósil.
En un contexto en el que cada vez más empresas desean “ser verdes” o al menos reducir su huella de carbono, mantener servidores ineficientes es un problema significativo. Además, la sensibilidad del público hacia la responsabilidad social corporativa está creciendo. Tus clientes, socios y proveedores pueden valorar de forma muy positiva las iniciativas encaminadas a reducir el impacto medioambiental, mientras que verán con malos ojos aquellas empresas que malgasten energía y recursos sin control.
Otro efecto a considerar es la necesidad de refrigeración. Cuanto más consumen los servidores, más calor generan. Esto obliga a contar con sistemas de aire acondicionado potentes, lo que redobla el consumo total de electricidad. De hecho, estudios señalan que la refrigeración puede suponer hasta la mitad de la factura eléctrica de un centro de datos mal optimizado. Reducir el gasto de los servidores se traduce, en consecuencia, en una disminución de la carga térmica y, por lo tanto, en un menor uso de sistemas de enfriamiento.
La suma de todos estos factores (costes eléctricos, huella de carbono, imagen corporativa y sobrecarga de refrigeración) hace que optimizar el consumo energético sea una prioridad estratégica. El impacto económico puede ser enorme a largo plazo, pero además es un paso fundamental para alinear tu negocio con las tendencias de sostenibilidad. Recordemos que en la Unión Europea y en muchos otros países se están implementando cada vez más normativas que exigen eficiencia energética, por lo que adelantarse puede evitar sanciones y abrir oportunidades de financiación o incentivos.
Apagar o retirar servidores inactivos (zombie servers)
Una de las primeras y más efectivas medidas para reducir el consumo energético en un centro de datos es identificar y apagar los denominados zombie servers, es decir, aquellos servidores inactivos que no ofrecen servicios relevantes. Varios estudios estiman que hasta un 30% de los servidores encendidos pueden estar infrautilizados o directamente sin carga real de trabajo, consumiendo energía en vano.
¿Por qué se mantienen estos servidores inactivos? Con frecuencia, se trata de máquinas que en el pasado alojaron cierto servicio, quedaron como reserva o fueron parte de un proyecto que ya no está activo. Sin embargo, continúan encendidos por si “algún día” fuesen necesarios. Esta política de precaución puede resultar costosa, ya que cada servidor ocioso no solo consume electricidad, sino que genera calor y ocupa espacio.
La solución pasa por un proceso de auditoría y monitorización. En primer lugar, realiza un inventario de todos los servidores físicos y virtuales, comprobando las cargas de CPU, RAM y tráfico de red. Identifica si realmente se utilizan y, en caso contrario, decide si deben mantenerse en modo de espera, consolidarse en otras máquinas o directamente apagarse. En muchos centros de datos, se descubre que es posible apagar un número significativo de servidores sin afectar a la operación.
Es crucial llevar a cabo esta iniciativa con planificación, sobre todo en entornos donde puede haber dudas sobre la función de cada servidor. Una práctica común es el pull the plug test: desconectar el servidor sospechoso de inactividad y esperar a ver si se reporta alguna incidencia. Si nadie reclama ese servicio o recurso, confirma que se trataba de un servidor zombi.
Los ahorros potenciales son muy considerables. Apagar estos servidores reduce el consumo directo y el calor emitido, lo que a su vez alivia la refrigeración. Para poner números concretos, se estima que cada servidor inactivo podría costar cientos de euros al año en factura eléctrica, sin contar los gastos de mantenimiento y renovación de hardware.
Ventajas de la virtualización y la consolidación de cargas
La virtualización de servidores es una de las técnicas más efectivas para aumentar la eficiencia energética. Consiste en ejecutar múltiples máquinas virtuales (VMs) en un solo servidor físico, gracias a un software llamado hipervisor (como VMware, Hyper-V o KVM). De este modo, es posible alojar varias cargas de trabajo en un único equipo, en lugar de necesitar múltiples máquinas físicas separadas.
El beneficio inmediato es la consolidación: en vez de tener servidores con un 10% o 20% de carga, se pueden combinar varias aplicaciones en un solo servidor que opere a un 60% o 70% de capacidad. Así, se reduce el número total de equipos encendidos, disminuyendo el consumo global. Además, cuantas menos máquinas físicas haya, menos fuentes de calor se generan y menor es la necesidad de aire acondicionado.
Otro aspecto clave es la flexibilidad. Las plataformas de virtualización permiten mover cargas de trabajo entre servidores físicos en caliente, sin interrupción de servicio. Esto posibilita que, durante los picos de demanda, se repartan las cargas de forma equilibrada, pero en momentos de baja actividad, se concentren en menos servidores y se apague el hardware sobrante. De esta manera, se aprovecha al máximo la potencia instalada y se evitan consumos innecesarios.
El proceso de virtualización también ayuda a identificar aplicaciones o servidores poco utilizados. Al centralizar la gestión de recursos, se observan con más claridad los niveles de uso de CPU, RAM y red. Así, es más fácil detectar cuántas VMs realmente se necesitan y cuántos servidores físicos pueden desactivarse. No obstante, conviene tener cuidado para no caer en la proliferación descontrolada de máquinas virtuales, conocidas como VM sprawl. Establecer políticas de gobernanza y realizar limpieza de VMs obsoletas es fundamental.
En definitiva, virtualizar no solo reduce la factura energética, sino que también simplifica la administración de la infraestructura y mejora la resiliencia. Numerosas empresas han reportado ahorros significativos en costes de electricidad y refrigeración, pues cada servidor físico eliminado se traduce en un menor consumo eléctrico y menos calor que disipar. Para más información sobre las ventajas de la virtualización, puedes consultar la página oficial de
VMware.
Actualizar servidores con hardware de bajo consumo
La renovación del hardware puede parecer un gasto considerable en un principio, pero con frecuencia se traduce en ahorros sustanciales a medio y largo plazo. Las nuevas generaciones de servidores suelen incorporar procesadores más eficientes, fuentes de alimentación optimizadas y sistemas de gestión de energía avanzados. Todo ello permite ofrecer el mismo (o mayor) rendimiento con un consumo menor.
Cuando hablamos de cómo reducir el consumo energético, uno de los pasos más efectivos es sustituir los servidores más antiguos y obsoletos, especialmente si tienen varios años en funcionamiento. Estos equipos suelen carecer de las últimas tecnologías de ahorro de energía, y a medida que envejecen, también pueden presentar un aumento en fallos o necesitar mantenimiento constante.
Para maximizar la eficiencia, busca servidores que cuenten con certificados de ahorro energético, como el estándar ENERGY STAR o fuentes de alimentación con sello 80 PLUS (Bronze, Silver, Gold, Platinum o Titanium). Estas certificaciones garantizan que el servidor cumple con ciertos niveles de eficiencia y minimiza las pérdidas de energía. Además, los servidores modernos suelen incluir ventiladores de velocidad variable, controlados por sensores de temperatura, que se ajustan automáticamente según la carga real.
Otro beneficio de actualizar el hardware es la mayor densidad de procesamiento. Es posible que un único servidor nuevo con múltiples núcleos de CPU y gran cantidad de memoria reemplace a varios servidores antiguos. Este escenario ahorra espacio en el rack, reduce la factura eléctrica y simplifica la gestión. Por otro lado, la transición a unidades de estado sólido (SSD) en lugar de discos duros mecánicos tradicionales también incide en un menor consumo y un mejor rendimiento de E/S.
Si estás valorando adquirir equipos de última generación, recuerda que en Licendi ofrecen una amplia variedad de servidores con buenos precios y garantía de activación. De hecho, si necesitas
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para renovar tu centro de datos, su catálogo y asesoría especializada pueden ser una excelente opción. Al final, la inversión en servidores modernos se justifica con el ahorro energético continuo y la reducción de problemas técnicos.
Factores clave: fuentes de alimentación y componentes eficientes
Dentro de cada servidor, hay varios componentes que determinan el consumo energético global. Uno de los más importantes es la fuente de alimentación (PSU), encargada de convertir la corriente alterna de la red en corriente continua para la placa base, procesadores, discos y demás elementos. Si esta PSU es poco eficiente, una parte significativa de la energía se perderá en forma de calor durante la conversión.
Para evitar esto, se recomienda optar por fuentes de alimentación con certificación 80 PLUS en niveles Bronze, Silver, Gold, Platinum o Titanium. Cuanto más alto sea el nivel, mayor será la eficiencia garantizada en diferentes cargas de trabajo. Esto implica que, por cada 100 W consumidos internamente, se extraerán menos vatios de la toma eléctrica, ahorrando energía y generando menos calor residual.
Además de la PSU, existen otros componentes que merece la pena vigilar:
Procesadores de bajo consumo: Algunos fabricantes como Intel o AMD ofrecen líneas de CPU especializadas en eficiencia energética, sin sacrificar demasiado rendimiento.
Memoria RAM de bajo voltaje: Usar módulos DDR de menor voltaje contribuye a reducir el gasto en grandes instalaciones.
Discos duros: Los SSD consumen menos energía y generan menos calor que los HDD tradicionales, aparte de ofrecer un rendimiento superior.
Tarjetas y periféricos: Cada componente adicional (interfaces de red, tarjetas gráficas, etc.) añade consumo. Valora si realmente los necesitas.
En un enfoque integral de eficiencia, cuidar estos detalles marca la diferencia. El calor generado por fuentes y componentes ineficientes obliga a aumentar la refrigeración, lo que eleva la factura eléctrica total. En cambio, si reduces las pérdidas de la PSU y empleas componentes optimizados, verás un impacto positivo tanto en la potencia consumida como en la carga térmica.
Configurar la gestión de energía y supervisar el uso
No basta con contar con un hardware eficiente si luego no se configura adecuadamente. Muchos servidores y sistemas operativos incluyen opciones avanzadas de gestión energética, pero no siempre vienen activadas por defecto o se ajustan de manera óptima. Revisar estas configuraciones puede marcar la diferencia entre un servidor que funciona todo el día al máximo rendimiento y uno que adecua su consumo a la carga real.
Empieza por la BIOS/UEFI del servidor, donde a menudo encontrarás ajustes como SpeedStep (Intel) o PowerNow!/Cool’n’Quiet (AMD). Estas tecnologías permiten que la CPU varíe su frecuencia y voltaje en función de la demanda, reduciendo el consumo cuando la carga es baja. También es importante revisar los planes de energía en el sistema operativo. Windows Server, por ejemplo, ofrece planes de energía “Alto rendimiento”, “Equilibrado” y “Ahorro de energía”. En sistemas Linux, puedes elegir gobernadores de CPU (ondemand, conservative, performance, etc.) para adaptar el nivel de eficiencia o rendimiento.
Además, la monitorización continua es esencial. Herramientas de Data Center Infrastructure Management (DCIM) o software especializado pueden medir el consumo en tiempo real, detectar picos y analizar patrones de uso. Algunas PDUs (regletas inteligentes) o racks monitorizados ofrecen datos de potencia consumida en cada toma, lo que facilita la detección de ineficiencias o de servidores en estado de inactividad prolongada.
Gracias a esta vigilancia, será más sencillo identificar mejoras potenciales. Por ejemplo, si descubres que durante la noche la carga de trabajo es mínima, puedes automatizar el apagado de ciertos servidores o la migración de máquinas virtuales para dejar inactivos algunos equipos. Asimismo, la monitorización de temperaturas ayuda a gestionar mejor la refrigeración y a evitar sobrecalentamientos que incrementen el consumo de los ventiladores.
En resumen, la gestión de energía y la supervisión del uso forman parte de un ciclo continuo. Ajustas la configuración, mides los resultados y corriges si detectas anomalías. Con el tiempo, esto se traduce en un gran ahorro económico y un entorno de TI más estable.
Optimizar la refrigeración y el entorno de los servidores
Aunque el foco de este artículo son los servidores, no podemos pasar por alto la importancia de la refrigeración en el consumo global del centro de datos. Cualquier watt consumido por un servidor se convierte en calor, y ese calor debe extraerse de la sala mediante aire acondicionado u otros sistemas. Por ello, mejorar la eficiencia térmica puede suponer un ahorro considerable.
Una práctica común es organizar los racks en pasillos fríos y calientes. En este diseño, se alinean las tomas de aire frío de los servidores en pasillos específicos (pasillos fríos) y se agrupa la expulsión de aire caliente en otro lado (pasillos calientes). Con esto, se evita la mezcla de corrientes y el aire acondicionado trabaja con mayor eficacia. Para mayor eficiencia, se pueden instalar puertas o paneles de contención que cierren los pasillos, concentrando el aire frío donde realmente se necesita.
También es fundamental ajustar la temperatura de la sala de forma adecuada. Tradicionalmente, algunos centros de datos se mantienen a temperaturas muy bajas, por debajo de 20 °C, por temor a sobrecalentamientos. Sin embargo, muchos fabricantes certifican que sus equipos funcionan perfectamente a temperaturas de entrada de aire en torno a 25 °C o incluso más. Elevar unos grados el termostato puede reducir drásticamente la factura eléctrica sin poner en riesgo la operatividad.
Otra tendencia al alza es la refrigeración líquida, ya sea con circuitos de agua o incluso con inmersión en fluidos específicos. Estos sistemas pueden transferir calor de forma más eficiente que el aire, reduciendo la necesidad de potentes sistemas de climatización. Aunque la implementación de refrigeración líquida requiere una inversión adicional y planificación, en grandes centros de datos con alta densidad de servidores puede resultar muy rentable.
Por último, no olvides el mantenimiento rutinario: limpiar periódicamente los filtros y ventiladores, asegurarse de que no haya obstrucciones en los flujos de aire y vigilar las fugas de aire acondicionado. Un centro de datos con una refrigeración optimizada verá disminuir sus costes energéticos y alargará la vida útil de sus equipos.
Más allá del hardware: software y desarrollo eficiente
Aunque en este blog nos centramos en medidas sobre los servidores y su entorno físico, no podemos dejar de mencionar la eficiencia del software como parte clave para reducir el consumo energético en un centro de datos. Al fin y al cabo, si tu aplicación o servicio utiliza recursos de forma excesiva o poco optimizada, los servidores estarán cargados constantemente, consumiendo más energía.
Un ejemplo concreto es la optimización de bases de datos. Si una base de datos no cuenta con índices adecuados, o si se realizan consultas ineficientes, la CPU y la memoria trabajarán más de lo necesario. Al mejorar el rendimiento de las consultas, se puede reducir la carga total de trabajo y, en consecuencia, el consumo.
Asimismo, un desarrollo de software eficiente considera aspectos como la paralelización inteligente y el uso de colas de procesado para distribuir la carga de manera equilibrada. Tecnologías como los microservicios y los contenedores (Docker, Kubernetes) pueden ayudar a escalar horizontalmente y a optimizar recursos cuando hay picos de tráfico, mientras que en momentos de menor demanda se puede desescalar y reducir la cantidad de contenedores activos.
Del mismo modo, en aplicaciones web o de escritorio, el uso de algoritmos más ágiles, la compresión de archivos y la minimización de recursos redundantes también influyen en el consumo. Menos ciclos de CPU para procesar una tarea implica menor gasto energético. Incluso aspectos como la programación de tareas nocturnas o batch pueden incidir en que los servidores estén ocupados fuera de horario pico, permitiendo una mejor distribución de la carga total.
En definitiva, el software eficiente no solo mejora la experiencia del usuario y reduce los tiempos de respuesta, sino que repercute directamente en la factura eléctrica. Colaborar estrechamente con los equipos de desarrollo y de operaciones para identificar cuellos de botella o consumos desproporcionados puede marcar una gran diferencia en la optimización global.
La apuesta por la sostenibilidad en los data centers modernos
A nivel global, las grandes empresas tecnológicas están haciendo esfuerzos significativos para reducir la huella de carbono de sus centros de datos. Gigantes como Google o Microsoft han declarado objetivos de neutralidad en carbono y han invertido en técnicas de enfriamiento con energías renovables, uso de IA para la gestión de la temperatura o la ubicación estratégica de sus instalaciones en climas fríos.
Este compromiso con la sostenibilidad no es solo una cuestión de marketing: cada vez hay más presiones reguladoras y sociales que exigen a las corporaciones asumir responsabilidades medioambientales. Además, desde el punto de vista económico, ser más eficiente en el uso de la energía supone importantes ahorros. De ahí que se hable de una convergencia entre rentabilidad y sostenibilidad que beneficia a todos.
Un centro de datos eficiente puede incluso pasar de ser un gran emisor de calor a una fuente de calor útil para comunidades cercanas. Hay proyectos pioneros donde se canaliza el calor residual hacia la calefacción de edificios o invernaderos en zonas colindantes, maximizando el uso de la energía invertida. Esta perspectiva de “economía circular” convierte lo que antes era un residuo en un recurso valioso.
Por otro lado, el auge de las energías renovables ha facilitado la aparición de data centers que operan con contratos de energía verde. En algunos casos, se instalan paneles solares o turbinas eólicas in situ, reduciendo la dependencia de fuentes tradicionales. Estas estrategias, combinadas con la virtualización, la gestión eficiente y la refrigeración avanzada, permiten alcanzar valores de PUE (Power Usage Effectiveness) cercanos a 1, es decir, muy poca energía se desperdicia en comparación con la destinada a la computación efectiva.
En este escenario, la eficiencia en servidores y sistemas no es solo un objetivo aislado, sino parte de una estrategia más amplia para que la infraestructura sea amigable con el planeta. Y cada empresa, grande o pequeña, puede sumarse a esta tendencia, realizando mejoras en su centro de datos que beneficien al negocio y al medioambiente.
Ahorros inmediatos y ejemplos de éxito
Los beneficios de optimizar el consumo energético de los servidores no tardan en hacerse visibles. Por ejemplo, apagar o retirar servidores inactivos puede suponer ahorros de miles de euros al año en electricidad y mantenimiento, incluso para pequeñas empresas. En organizaciones de gran envergadura, la virtualización y la consolidación de cargas han demostrado reducir el número de máquinas físicas necesarias en un 50% o más, con el consecuente descenso de la factura eléctrica y de la carga térmica.
Empresas de distintos sectores han compartido públicamente sus casos de éxito. Por ejemplo, grandes entidades bancarias han logrado reubicar sus aplicaciones en solo un tercio de los servidores que empleaban antes, tras un proceso de evaluación y migración cuidadosa. Esto no solo se tradujo en ahorro de costos, sino también en una gestión más ágil de la infraestructura y una reducción notable de los riesgos de obsolescencia.
Otra historia destacable es la de organizaciones que han adoptado metodologías de desarrollo y despliegue continuo (DevOps), combinadas con contenedores, para escalar dinámicamente sus aplicaciones. Durante picos de tráfico, se activan más contenedores en los servidores disponibles; fuera de los picos, se liberan esos recursos, pudiendo incluso apagar ciertos nodos físicos. Este nivel de elasticidad es especialmente valioso para empresas con cargas de trabajo variables (como comercios electrónicos en fechas señaladas).
Algunos centros de datos en países nórdicos han optimizado tanto la refrigeración que logran valores de eficiencia muy elevados y costes operativos mínimos. Incluso venden el calor residual a redes de calefacción urbana, monetizando lo que antes era un residuo. Esto demuestra que las estrategias de eficiencia a veces abren nuevas fuentes de ingresos o colaboraciones con la comunidad.
En definitiva, cada paso cuenta. Desde lo más sencillo, como el inventario de servidores zombies, hasta lo más avanzado, como la refrigeración líquida o la optimización de software, todo contribuye a un ahorro acumulativo y sostenible.
Un aliado para la renovación: Licendi
Actualizar tu infraestructura es clave para mejorar la eficiencia, reducir costos operativos y garantizar un rendimiento óptimo. En Licendi, ofrecemos licencias digitales de servidores con garantía de activación y soporte personalizado para que puedas implementar tus soluciones sin complicaciones.
Evita costos elevados en hardware innecesario y maximiza el potencial de tus servidores con licencias originales de Windows Server y SQL Server, adaptadas a las necesidades de tu empresa.
En un mundo cada vez más digital y consciente del impacto medioambiental, reducir el consumo energético de tu centro de datos es una meta que trae grandes recompensas. Has visto cómo los servidores son el núcleo de este reto, al ser responsables de una parte considerable del gasto de energía y calor. Sin embargo, también constituyen la oportunidad perfecta para aplicar mejoras que redunden en un centro de datos más económico, fiable y sostenible.
Las acciones concretas que hemos repasado incluyen:
Apagar o retirar servidores inactivos, para eliminar consumos fantasma.
Consolidar cargas mediante virtualización y contenedores, reduciendo al mínimo el número de máquinas encendidas.
Actualizar a hardware más eficiente, con especial atención a las fuentes de alimentación 80 PLUS y procesadores de bajo consumo.
Ajustar la configuración de energía y monitorizar de forma constante el uso de recursos, para detectar puntos de optimización.
Optimizar la refrigeración, a través de pasillos fríos y calientes, ajuste de temperaturas y posibles soluciones de refrigeración líquida.
Mejorar la eficiencia del software, ya que un código y un diseño adecuados evitan sobrecargas innecesarias en los servidores.
Por supuesto, todo esto forma parte de una estrategia amplia que engloba la sostenibilidad en los centros de datos. Las tendencias actuales van más allá, explorando la integración de energías renovables, la recuperación del calor residual y la aplicación de inteligencia artificial para gestionar dinámicamente la demanda. Independientemente de cuán lejos quieras llegar, cada paso que des hacia la eficiencia se traducirá en un ahorro palpable y en una menor huella de carbono.
Si además quieres modernizar tu infraestructura, recuerda la opción de actualizar tus equipos con un proveedor de confianza. De esta manera, no solo consumes menos energía, sino que también garantizas la fiabilidad y la seguridad de tu entorno IT. Esperamos que esta guía te haya brindado una visión clara y práctica de los pasos para optimizar el consumo de tus servidores, permitiéndote construir un centro de datos rentable, robusto y alineado con el futuro verde de la tecnología.
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